En el medio de uno de los períodos más secos en la historia hidrológica de Puerto Rico, los rincoeños del barrio Puntas se movilizan a ponerle fin a su lucha por la seguridad hídrica de su comunidad.
En el corazón de Rincón hay una comunidad de unas 2,300 personas que se han acostumbrado a que algunos días el agua no fluye en su vecindario. Son los residentes de Barrio Puntas que luchan día tras día por su acceso al agua potable, el alma de esta ciudad del surf en la costa occidental de Puerto Rico.
Pero cuando el huracán María le hizo un agujero al aliviadero de emergencia de la represa de Guajataca en septiembre de 2017, algo en este barrio finalmente hizo clic. Mientras que la mayoría de los rincoeños volvía lentamente a lo que fueron sus vidas antes de la tormenta, los vecinos de Puntas quedaban rezagados.
“Toda nuestra agua viene de la reserva de Guajataca, pero estamos al final de su línea de distribución. Siempre somos los últimos en obtener agua. ¡Ese es el problema!”, protesto Javier Quiñones.
Ahora, enfrentando lo que podría ser una sequía de 18 a 22 meses que está acabando con sus reservas en el embalse de Guajataca, la Autoridad de Acueductos y Alcantarillados (AAA) ha comenzado a racionar su servicio de agua potable a los hogares y negocios en Puntas, junto a otros 59,000 en los pueblos vecinos de Aguada, Aguadilla, Moca, Isabela, Camuy y Quebradillas.
Sin embargo, mientras otros en la región esperan ansiosamente que la lluvia caiga sobre la cuenca hidrográfica de Guajataca, la gente del barrio Puntas acuden al acuífero debajo de sus pies para salir de la crisis en la que llevan ya varias décadas.
Seguridad hídrica, un dolor crónico para Puntas
Javier, 52, creció en Rincón, a unos pasos de Sandy Beach, cuando su municipio aún era un tesoro escondido conocido solo por los locales y algunos extranjeros que llegaban en diciembre y se quedaban hasta abril para surfear las mejores olas del año. Desde entonces, el recordó, “hemos sido los primeros en perder nuestra agua y los últimos en recuperarla siempre que hay un problema en Guajataca”.
Pero esa no ha sido la historia de todos los rincoeños. Hace varios años, la AAA desconectó a casi el 80 por ciento de sus clientes de Rincón de la planta de filtración La Montaña en Aguadilla y los conectó a una similar en Mayagüez. Esto resultó ser un paso crítico para mejorar la seguridad hídrica de esta ciudad costera, pero dejó a aproximadamente 2,300 de sus clientes en Barrio Puntas en desventaja a sus comunidades vecinas.
Hoy, Javier y su compañera Moraima Sánchez son dueños de Tamboo Beside the Pointe, un hotel boutique, restaurante y barra que sirve a cientos de turistas y locales cada semana en el corazón de Puntas. Los nuevos propietarios siguen sufriendo los mismos problemas de agua que el dueño tenía hace casi 30 años. Muchas mañanas, cuando abren el grifo, no sale nada y Javier se ve obligado a traer su propia agua. "Gastamos entre $150 y $500 por cada camión de agua", para mantener el agua fluyendo, los cocineros cocinando y los inodoros descargando, todo el día, todos los días.
En el peor de los casos, que se volvió muy real para Javier y otros dueños de negocios en Puntas después del huracán María, los costos podrían aumentar a $4,000 al mes, o aproximadamente seis veces su factura mensual de agua. Este gasto adicional, explicó Javier, pone en peligro la actividad económica de su vecindario, uno central a la industria del turismo en Puerto Rico.
Pero la economía local no es lo único en juego aquí. La escasez de agua afecta más a sus vecinos pobres y ancianos. La falta de agua potable y de saneamiento adecuado durante horas y, a veces, incluso días, han puesto en riesgo la salud y el bienestar de las personas mayores y encamadas en Puntas, subrayó el también líder comunitario.
Según el director regional de AAA, Joel Lugo, “el único problema es que no tenemos la infraestructura para mover el agua de Mayagüez a Barrio Puntas. Es por eso que sus residentes todavía dependen de Guajataca”.
En estado crítico la represa de Guajataca
Con poco progreso en el frente de Mayagüez, llegó el huracán María. Más de un año y medio después de la devastadora tormenta que azotó la isla, la Autoridad de Energía Eléctrica (AEE) todavía está lidiando con los daños que sufrió la represa de Guajataca, situada entre las montañas de Isabela, Quebradillas y San Sebastián.
La infraestructura crítica del embalse, como su aliviadero de emergencia, sufrió daños estructurales que amenazaron con inundar comunidades enteras en Isabela y Quebradillas. Las fuertes lluvias, temía el Cuerpo de Ingenieros del Ejército de los Estados Unidos (USACE, en inglés), podían reventar la represa.
Aunque la AEE y el USACE logaron controlar la crisis en la represa en las semanas siguientes al huracán, tuvieron que tomar medidas preventivas para evitar que colapsara en un futuro.
La AEE disminuyó el nivel del agua en el embalse casi diez pies, mientras que la USACE reparaba su infraestructura maltratada, pero a un año y medio del proyecto, el nivel ha caído 13 pies adicionales debido a la sequía moderada que ha experimentado la isla en los últimos cinco meses. Ahora, a una altura de solo 188 pies, la AAA teme que sus reservas de agua en el noroeste puedan secarse si las lluvias no llegan en los próximos meses.
Asimismo, la Administración Federal de Manejo de Emergencias (FEMA) y el Departamento de Defensa (DoD) de los Estados Unidos ya han invertido decenas de millones de dólares para acelerar las reparaciones, pero el USACE aún no ha puesto fecha final al megaproyecto en Guajataca. Sin embargo, el hidrólogo Ángel Román Más estima que la reparación completa de la represa podría tardar desde unos pocos años hasta una década más.
Román Más estudió el registro hidrológico de Puerto Rico desde el 1903 hasta el presente y concluyó que la isla está experimentando un período de sequía inusualmente largo que comenzó en noviembre de 2018, al cabo de uno de los periodos más lluviosos en su historia.
“Esperamos que a fines de marzo, abril o mayo tengamos lluvias normales, pero realmente necesitamos planificar para la posibilidad de que podamos enfrentar una sequía de 18 a 22 meses como lo que ocurrió en 1997-1998. Tenemos que darnos cuenta de que vivimos en una isla tropical y los patrones de lluvia son muy difíciles de predecir", acotó.
El hidrólogo también explicó que la sensibilidad a las sequías de la cuenca hidrográfica de Guajataca y la vulnerabilidad a los huracanes de la represa de la AEE allí construida subrayan la necesidad de que la AAA implemente soluciones más locales a la inseguridad hídrica que afecta a aquellos al final de su línea de distribución – la gente de barrio Puntas.
Mientras tanto, Javier Quiñones insistía que su comunidad no podía esperar más. “No podemos esperar otros 30 años para que el gobierno solucione este problema. ¡Tenemos que resolver el problema del agua nosotros mismos!”, exclamó.
Desesperada por el agua, la comunidad se da a la tarea
William Bonbright también había querido tomar cartas en el asunto. Billy, como lo conocen todos en la ciudad, se mudó de Washington, DC a Rincón, Puerto Rico en 1996, y sobrevivió al huracán George dos años después. Aquí, conoció a su esposa Tiffany y comenzó a criar a sus tres hijas. En el 2005, Billy adquirió Casa Verde, un hotel boutique en Barrio Puntas, donde aprendió a vigilar muy de cerca a sus reservas de agua.
En Puntas, donde la mayoría de los negocios atienden a turistas, explicó, la inseguridad hídrica es más que un problema, "puede matar tu negocio". Después del huracán María, cuando la escasez de agua se hizo más larga y más frecuente, pensó que ya había aguantado suficiente. Para entonces, Billy ya se había mudado de la isla, pero seguía preocupado por la constante amenaza al sustento de su familia.
"Yo solo hice la pregunta. ‘¿Por qué nuestra agua viene a través de cien millas de tuberías?’ Eso explicaría por qué no tenemos agua de manera sostenible. Necesitaba tomar el asunto en mis propias manos y otros se unirían", creía Bonbright.
Y así lo hicieron. Susan Cravey, la fundadora de Island West Properties, una firma de corretaje de bienes raíces, había escuchado sobre la escasez de agua de sus clientes durante años. El escritor, cineasta y organizador de eventos de entretenimiento, Peter Avilés, también conocía de su impacto en la comunidad de Rincón. Darío Restrepo, quien dirige Casa Isleña Inn, incurría en los mismos gastos onerosos que Javier Quiñones de Tamboo para mantener el agua fluyendo en su casa de huéspedes.
Juntos fundaron Agua para Puntas (APP), una organización sin fines de lucro registrada en el Departamento de Estado, para educar a sus vecinos sobre el estatus de la infraestructura de agua en Rincón; encontrar una solución a largo plazo para su inseguridad hídrica; y recolectar los fondos que necesitaban para devolverle el agua a su barrio.
Una solución sostenible fluyendo justo debajo de sus pies
Gracias a Bill Rosenblatt, un exalcalde de Loch Arbor, Nueva Jersey, quien ha surfeado las olas de Rincón desde los años ochenta, APP entabló conversación con Ángel Román Más, un hidrólogo retirado del Servicio Geológico de los Estados Unidos (USGS) cuyos servicios entraron en gran demanda después de la temporada de huracanes del 2017. El tema sobre la mesa: una solución a largo plazo para el barrio Puntas.
"He estado trabajando probablemente más fuerte que cuando estaba con el gobierno federal. Afortunadamente, el trabajo que hago ayuda directamente a las personas a tener acceso al agua ya sea en un hotel en Rincón o en una granja en el sur de Puerto Rico ", afirmó el puertorriqueño.
Román Más, al frente de la Fundación Román Más (FRM), no creía que otra fuente de agua superficial, como lo es la cuenca hidrográfica de Guajataca, fuera la solución para Puntas. En cambio, argumentó que el barrio debía mirar hacía abajo, hacía el acuífero lleno de agua subterránea, prácticamente inmune a la sequía.
Poco después, APP le pagó al hidrólogo $3,600 para que realizara un estudio preliminar. Primero, buscó respuestas en un extenso inventario de pozos que ha curado a lo largo de los años con datos del USGS, el Departamento de Recursos Naturales y Ambientales de Puerto Rico (DRNA) y su propio trabajo de campo. Luego, FMR eligió los tres pozos de agua dulce más cercanos a la línea de distribución principal de PRASA, que serpentea por todo Rincón junto a la carretera estatal PR-115.
Solo uno de estos pozos estaba operando en ese momento. Los otros dos se habían desconectado hace al menos una década.
"Estos pozos son lo que llamamos ‘pozos de agujero abierto’ que se extienden hasta la roca dura al fondo. Están compuestos de una combinación de roca caliza y otra volcánica”, describió metódicamente en inglés y español el hidrólogo a los residentes de Barrio Puntas a fines de febrero. Pequeñas fracturas en las paredes, añadió, permiten que las aguas subterráneas llenen el acuífero, desde donde la comunidad podría bombear su agua.
Si su equipo descubría que estos pozos podrían suministrar suficiente agua de alta calidad a los 858 clientes domésticos de la AAA en Barrio Puntas, Román Más pensaba que la AAA podría rehabilitarlos y volverlos a conectar a su línea de distribución principal y ponerle fin a la intermitencia hídrica del vecindario. Pero se necesitaría unos $56,400 adicionales para someter su hipótesis a pruebas de campo más rigurosas.
Corta de dinero, Agua para Puntas da un salto de fe
Con un plan y un estimado de costos, Agua para Puntas contactó al director regional de la AAA, Joel Lugo, quien reconoció el potencial del proyecto, pero admitió que no disponía de esa cantidad para los estudios en ese entonces. Sin embargo, si la comunidad obtenía buenos resultados de la exploración de pozos, la corporación pública luego podría emitir fondos de emergencia para reconectarlos rápidamente y acabar con la crisis del agua potable en Puntas.
En abril de 2018, APP creó una campaña de GoFundMe para recaudar los $56,400 que necesitaba la comunidad. Las donaciones oscilaron entre $20 y $500, pero la organización sin fines de lucro solo había logrado acumular cerca de $3,500 al cerrar el año.
En un esfuerzo por encontrar fondos adicionales, Javier Quiñones se acercó al alcalde de Rincón, Carlos López, quien prometió $50,000 durante una reunión comunitaria en junio de 2018. El representante del Distrito 18, José 'Che' Pérez Cordero, prometió unos $38,000 en la misma reunión, según informaron a este medio varios miembros de APP. Sin embargo, los fondos tardaban en llegar y el problema de agua potable solo empeoraba.
“El dinero es el problema. En este momento, la AAA no tiene $60,000 para realizar los estudios de viabilidad. Ahí es donde está el problema en Puerto Rico. Esto no tiene que ver con la política. Este es un proyecto de base comunitaria compuesto por los residentes y dueños de negocios de barrio Puntas. ¡Vamos a cumplir con nuestra meta!”, Exclamó Bonbright durante una entrevista telefónica con Una Verdad Rinconveniente.
Según el empresario, al verse sin más opciones, los miembros de Agua para Puntas desembolsaron los $52,900 que restaban, entre ellos, para financiar el estudio de la Fundación Román Más y "que la AAA pudiera ver y decir 'oye, eso es concepto es viable. Avancemos con eso".
Una esperanza para la primera micro red de agua potable
En julio de 2018, FRM y Safety Construction & Engineering (SCE), una empresa de ingeniería con sede en Manatí, PR, se dispusieron a estudiar estos pozos olvidados hace ya mucho tiempo.
Uno por uno, abrieron los pozos Río Grande I, Río Grande II y Puntas, y deslizaron una cámara por los pozos de agua de 90 pies de profundidad para descubrir que décadas de negligencia habían causado graves daños a la infraestructura de la AAA.
En un informe conjunto que presentaron a la utilidad pública a fines de enero de 2019, explicaron que "...los pozos estaban gravemente obstruidos con incrustaciones de carbonato de calcio (similar al residuo de agua dura). Además, las fisuras y cavidades dentro de sus secciones de pozo abierto parecían estar severamente obstruidas o colapsadas ".
Dichas condiciones, creían los expertos que eran síntomas de un desarrollo inadecuado del pozo o falta de mantenimiento a lo largo de los años, y tuvieron un gran impacto en el rendimiento de los pozos durante las pruebas de capacidad que siguieron.
“Bombeamos los pozos durante 24 o 48 horas seguidas. Mientras bombeábamos el pozo a diferentes velocidades, tomé medidas para descubrir cómo el nivel y la calidad del agua estaban cambiando a través del tiempo", explicó Román Más.
Estos estudios, aseguró el hidrólogo, probaron la potabilidad del agua del acuífero, según lo confirmaron las muestras que enviaron a un laboratorio independiente certificado por la Agencia de Protección Ambiental (EPA) y el Departamento de Salud de Puerto Rico. La capacidad combinada de los tres pozos llegó a 280 galones por minuto (gpm), lo que, incluso después de descontar el 70 por ciento por pérdidas en las tuberías (salideros), podría cubrir todas las necesidades de las 858 unidades familiares de Puntas y su población flotante de turistas, como estimó la corporación pública.
Esta capacidad, argumentó el hidrólogo, podría casi duplicarse a 500 gpm si la corporación pública invertía un estimado de $350,000 para eliminar las incrustaciones de calcio en Río Grande I y II, e instalaba bombas más potentes en los tres pozos.
"Cuando les mostramos los resultados, la AAA se dio cuenta de inmediato de que esta era la manera de aislar a Barrio Puntas del problema en Guajataca", explicó Román Más.
En combinación con dos tanques de almacenamiento que ya se encuentran en el municipio, estos nuevos pozos permitirían al equipo de Lugo establecer la primera micro-red de agua potable del oeste, aquí en el Barrio Puntas.
“Con esta nueva infraestructura, podremos suministrar agua a barrio Puntas desde pozos que están muy cerca de sus hogares, pero también tendremos la capacidad de suministrarle agua desde el embalse de Guajataca si lo necesitan”, explicó Lugo a una multitud de 50 personas, en su mayoría ancianos, que escucharon las noticias por primera vez la semana pasada en su centro comunitario.
Pozo puntas, la salida de esta crisis de agua
El ingeniero Lugo se dio cuenta rápidamente de que, si Pozo Puntas, ubicado a pocos pasos del correo de Rincón, podía bombear agua de manera sostenible a una razón superior a los 100 gpm, la AAA podría sacar al barrio del programa de racionamiento.
"Ahora vamos a aislar el suministro de agua de Puntas hasta el punto en que no dependa de otros sistemas que son muy sensibles a los períodos de sequía, mientras que proveemos agua de la más alta calidad" a la comunidad, dijo Román Más con una sonrisa.
En virtud de la Ley número 92 del 2004, que permite a los directores regionales de PRASA, entre otras cosas, a declarar un estado de emergencia debido al nivel críticamente bajo del agua en la Presa de Guajataca, Lugo confiaba en que podría asignar los $166,000 necesarios para traer a Pozo Puntas de nuevo en línea, por lo que emitió una solicitud de propuesta expedita en febrero de 2019.
En marzo 1, los trabajadores de Constructora de Aguada, que ganó el contrato de emergencia, ya estaban instalando una bomba más potente en Pozo Puntas. Tres o cuatro semanas luego, predijo Lugo, los residentes de Barrio Puntas podrían beber agua de un acuífero a unos 100 pies por debajo de los suyos, sin tener que preocuparse por la merma en las reservas de agua en las montañas de Quebradillas.
Una Verdad Rinconveniente visitó el solar el 8 de marzo. Eran como las 4:00 p.m. y los últimos trabajadores estaban a punto de terminar el día. Afuera, uno de ellos calentaba una camioneta, mientras que otro la cargaba con todas sus herramientas. Dentro de la pequeña estación, dos mecánicos apuntaban a diferentes componentes y marcaban en su lista las tareas terminadas.
Según Iván Vargas Muñiz, un mecánico de cloración que trabaja en la unidad de desinfección, el huracán María derribó un árbol, que a su vez derribó un muro y una cerca. Los vientos de la tormenta reventaron tres de las cuatro ventanas de la estación y todo el alumbrado en la periferia. El panel eléctrico parecía haber sido saqueado por ladrones.
Desde esa visita, el equipo que trabaja en Pozo Puntas ha instalado una nueva tubería subterránea que conecta el pozo con al tubería principal de PRASA al otro lado de la calle; ha construido un nuevo muro de contención; ha levantado un nuevas verja alrededor del perímetro; ha reparado gran parte del cableado eléctrico; y ha instalado una nueva y más potente bomba en el pozo, pero la reconexión a PREPA aún queda pendiente.
Sin embargo, PRASA va a probar los pozos Puntas y Rio Grande II a 150gpm y a 80 gpm, respectivamente, a partir de esta semana, utilizando un generador de energía de respaldo.
"Los días en que se supone que no tengan servicio de agua debido al programa de racionamiento, vamos a intentar que obtengan agua de estos pozos", explicó Lugo.
Una vez que estabilice el sistema y llene los tanques de almacenamiento en las próximas dos o tres semanas, su equipo habrá liberado efectivamente a los barrios de Puntas y Río Grande en Rincón del programa de racionamiento del noroeste, que bien podría extenderse un año adicional si los patrones de lluvia no mejoran, de acuerdo con el hidrólogo del proyecto.
Sin electricidad, tampoco hay agua en Rincón
Con los pozos Puntas y Río Grande II entrando en funcionamiento a principios de abril, el único problema que le quedaba por resolver al barrio era la generación de energía, que ha sido el talón de Aquiles de Rincón desde que el huracán María derribó la mayoría de sus líneas eléctricas y arruinó la subestación de la AEE en Ensenada. Sin electricidad, tampoco hay agua, como señalaron muchos ciudadanos en la reunión de la semana pasada en el centro comunitario de Puntas.
Según el alcalde de Rincón, Carlos López, la AEE está redirigiendo casi la mitad de las líneas eléctricas del municipio a una subestación diferente en Punta del Mar. Este nuevo plan, agregó, dividirá la red eléctrica del municipio casi a la mitad, con la subestación de Ensenada electrificando a los hogares y empresas en Ensenada y Puntas, mientras que la subestación en Punta del Mar hace lo mismo para los barrios de Río Grande y Cruces.
López espera que la nueva red eléctrica de Rincón esté lista para suministrar energía de forma más consistente desde la subestación de Punta del Mar a los pozos Puntas y Río Grande II, una vez la AAA termine sus trabajos.
Además, Javier Quiñones, de Agua para Puntas, informó a sus vecinos que el representante del distrito 18 obtuvo fondos adicionales mediante asignaciones legislativas para adquirir un generador de respaldo para cada pozo a un costo total de $90,000. En combinación con la inversión previa de $54,000 por parte del ayuntamiento para la compra de cinco generadores eléctricos más pequeños, Quiñones cree que el agua potable de su barrio no dejara de fluir cuando llegue el próximo huracán.
"Los generadores de energía estarán estacionados en los pozos de la AAA. "Una vez que se corte la electricidad, se activarán automáticamente para restaurar la energía y mantener los pozos bombeando agua a nuestros hogares y negocios", respondió a uno de sus vecinos que le preguntó repetidamente sobre el peor escenario, antes de que el centro comunitario se llenara de aplausos.
La lucha de este barrio por su seguridad hídrica, aseguró Javier, pronto llegaría a su fin.
Barrio Puntas: un nuevo model de seguridad hídrica
Tras las noticias del alcalde, Román Más dijo que "ustedes tendrán, probablemente, la primera micro red de agua en la isla. Eso no solo le da redundancia en términos de tener agua todo el tiempo, sino que, además, la Autoridad ahora podrá responder mucho más rápido a las emergencias de agua en el municipio”.
Una Verdad Rinconveniente se reunió con el ingeniero Lugo después de la conferencia de prensa para conocer los próximos pasos de su equipo para establecer la micro red en barrio Puntas.
Teniendo en cuenta que más de la mitad de su potencial aún está sin explotar y otros municipios en el noroeste de la isla todavía necesitan agua desesperadamente, el director regional explicó que, una vez que Pozo Puntas esté en funcionamiento, su equipo procurará fondos adicionales para limpiar los pozos de Río Grande I y II, que la AAA espera FEMA pueda reembolsa debido a la emergencia de agua en la represa de Guajataca.
“Si reincorporamos estos pozos, podemos mover todos los camiones de agua potable de Puntas a los puntos más altos de Aguada y Aguadilla, donde aún son necesarios. Incluso podríamos bombear el agua que Puntas no utilice a la planta de filtración de Aguadilla, donde podemos redistribuirla a otros municipios de la región".
A preguntas de este medio sobre lo que había aprendido de esta colaboración con Agua para Puntas y la Fundación Román Más, Lugo dijo que la micro red pronta a establecerse en Puntas es el ejemplo perfecto de lo que desea lograr con las comunidades. "Cuando trabajamos juntos, al unísono, las cosas se mueven más fácil y más rápido", afirmó.
Por su parte, el hidrólogo Román Más espera que la corporación pública pueda exportar este modelo colaborativo a otros municipios del noroeste cuyo suministro de agua potable continuará en riesgo debido al estado crítico del embalse de Guajataca.
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